sábado, mayo 01, 2004

No callaré

Autor: Yanett Polanco

No callaré de aquellos que dormidos se negaron a un creciente despertar.

De esos, que olvidados de sí mismos, secaron la semilla prematura, sembrándose en aliento moribundo de luces apagadas, de un fondo interminable y torturante.

Incesantes y perdidos, truncada su malicia natural, forrados en el polvo de sus días prestados, de círculos absurdos, golpeándose y golpeando a aquellos olvidados, los débiles y fuertes.

No callaré por todos ni en algunos, las frases de ignorantes revividos en pasajes de caminos, incrustados como piedras de mentiras y verdades.

De los que aún respiran con el aire prestado, suspirando y muriendo y reviviendo con un solo pulmón, de los que en una bocanada incansable, en un soplo de aire renovaron la brisa.

De los llenos de ideas, los vacíos de sueños, sin sonrisas verdaderas, los podridos, a los no levantados, de los más abrazados y los más solitarios, apartados a veces por burdas cobardías.

No callaré al dolor sin los sollozos simples, la alegría, sin las extendidas y fuertes risas, del amor y la caricia.

No callaré a los niños que crecen en saber de las esencias de la vida, herencia de las madres que amamantan, a los hombres, mujeres, galardonados en mares, curvas de jardines poseídos de ángeles y diablos inventados, bañados con la lluvia, con el sol, probando en una pausa la existencia en sequías.

No callaré en el hambre de las almas, prepucio tan ansioso, tan calmado del crecer, de estar y hacer.

No callaré aquel grito que rompe mi garganta, no huiré al silencio que baña mis estancias, en los sitios mohosos, en rincones brillantes, en los parques mullidos por la hierba mojada.

No callaré, ni cerraré los ojos, no quemaré la piel aunque me arda, por libre libertad de la añoranza, del dormitado anhelo por un tiempo, de querer acertar y equivocarme.

No callaré, aún en los silencios bendecidos, regalados, preciados, esos en los que es más dulce no decir nada y dejar que se destilen en fragancia, los rayos invisibles de mi alma.

Y no callaré jamás, el amor que me levanta, cada mañana por mi patria.

Y no callaré jamás la fe y la esperanza por este proceso tan hermoso que vive mi país...

Que Dios bendiga a Venezuela, cada centímetro de tierra, piedra, mar y río.

Que Dios bendiga a los venezolanos que creemos que si podemos salir hacia un horizonte soñado y catapultado durante tantos años.

Que bendiga también a los que no creen, porque también tienen derecho a no callar...



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